Opinión sobre la reciente ola de difamación postmortem contra Agustín
La teología no nace desde una tabula rasa. Ningún teólogo escribe desde la pureza de un pensamiento inexplorado. Todos escribimos bajo la deuda de los gestores del pensamiento cristiano -y no cristiano- del pasado.
Hay una emoción, una llamarada de entusiasmo anticalvinista actualmente, a la luz de la obra de Ken Wilson, quien dice que el agustinianismo de la tradición calvinista tiene una raíz pagana. Este argumento es hoy el caballito de guerra de muchos que deploran al calvinismo y todos sus derivados.
Yo, que soy un crítico de algunas aristas del calvinismo, especialmente de su desarrollo soteriológico que promete algo que al final no concede, esto es, certeza y seguridad eterna, no puedo contagiarme del triunfalismo de aquellos que ahora atacan o difaman a Agustín como un mentiroso o un maniqueo que nunca se terminó de arrepentir. ¿Por qué no puedo?
La razón es simple. Si tú me dices que la teología de Agustín tiene raíces maniqueas, lo que yo te diré es que no tienes porqué sorprenderte. Él fue maniqueo durante un período significativo de su vida. Para mí es sencillo reconocer que un hombre convertido trae escuelas de pensamiento que le acompañan hasta su muerte, en mayor o menor medida. Yo, por ejemplo, aunque no se note, tengo algunas ideas que se quedaron conmigo de mis años estudiando a filósofos existencialistas, nihilistas y iusnaturalistas. Si buscas, muy probablemente hallarás algunas líneas nietzscheanas o cioránicas, heideggarianas y hasta platónicas. No me crié en una isla.
Agustín bebió mucho de Platón, y Calvino de Agustín. Tomás de Aquino escribió en los brazos de Aristóteles, y Gutiérrez fue influenciado por el pensamiento de marxistas como Althusser. Yo mismo, leyendo a Dussel, he dicho varias veces, "amén". Y así podemos seguir. Algunos de los propios personajes del Nuevo Testamento se pueden dividir entre aquellos que bebieron de la escuela de Hallel, y los que lo hicieron de la escuela de Shamai.
La cuestión entonces no es, al menos para mí, si Agustín escribió bajo cierta influencia de ideas maniqueas, o no. Yo creo que sí. Trató de hallar la manera de ir moldeando su pensamiento a la luz de su nueva fe. Hizo concesiones, pero también renuncias y refutaciones. La cuestión es hasta qué grado podemos considerar la teología de Agustín una teología basada en la Biblia. Y aquí es donde uno puede ser tentado a caer en la desacreditación de toda una tradición teológica, muy compleja y profunda como lo es el calvinismo, resumiendo el asunto a que el calvinismo es simplemente una filosofía de origen pagano basada en la obra del "hereje y maniqueo" de Agustín. Creo que esto es infantil, no importa qué tantos títulos tenga quien lo diga.
Alguna vez alguien dijo de mí que yo era un “gnóstico” en relación a mis ideas sobre la sola fe, que por cierto, es algo en lo que Ken Wilson no cree. Wilson dice que ni el mensaje de la seguridad eterna ni de la justificación solo por la fe son históricamente rastreables hasta antes del siglo XVI. Entonces, todos los que piensan teología están sujetos a revisiones similares, y a ser descalificados, por mucho que nosotros intentemos probar con la Biblia que tenemos la razón. ¿Quiere decir que la verdad es un asunto relativo? No. La verdad no es relativa. La Palabra de Dios no depende de lo que los hombres digan o quieran creer. Lo que todo esto significa es que debemos cuidarnos de reduccionismo vanos cuando nos empeñamos en probar nuestro punto.
Por ejemplo, Agustín tenía una muy sólida doctrina sobre la inerrancia de las Escrituras. Pero si yo compro los discursos que dicen que Agustín fue solo un maniqueo que quiso cristianizar su paganismo, no podré aprovechar su bibliología. Agustín fue un campeón defensor de la doctrina de la Trinidad en una época en donde el desarrollo teológico en torno al tema estaba en ciernes. Las ideas arrianas estaban en boga para el siglo V. Hay que ser históricamente malagradecido para no ver cómo el genio de Agustín fue usado por Dios para enfrentar estas amenazas a la ortodoxia cristiana.
Agustín tuvo ideas que hoy debemos rechazar, como por ejemplo, su enseñanza de que la iglesia es el nuevo Israel. También podemos no estar de acuerdo con sus interpretaciones sobre el libre albedrío, y sobre la perseverancia como condición necesaria de salvación. Pero usar los errores o diferencias con Agustín para atacar al calvinismo y descartarlo como “paganismo 2.0”, es algo que no me parece serio, ni digno de atención. Mucho más penosa es la situación de aquellos que quieren pintar a Agustín como un hombre prescindible y hasta dañino para la fe cristiana. Si lo que se desea es estimular una reflexión más madura sobre el agustinianismo, estoy de acuerdo en que su trabajo siga siendo revisado. Pero el fenómeno actual en algunos nichos arminianos y provisionistas -que están tratando a Agustín como un hereje más en la historia de la iglesia- parece ir en otra dirección.
Agustín escribió en La Ciudad de Dios: “La Escritura no engaña a nadie” (XXI.XXIII). Si alguien no quiere ser engañado, que vaya a la Escritura. Es nuestra única garantía infalible.